#ElPerúQueQueremos

A LA ORILLA DEL PRECIPICIO

Publicado: 2014-07-05
Mariana Abanto, se abanicaba con un periódico mientras hablaba con su comadre Francisca Llerena, quien estaba sentada en una hamaca multicolor en la sala. Ya se hacia la noche en la casa grande del barrio negro de Cañete y a esas horas los niños jugaban en la calle a la pega pega. Mariana le decía a su comadre: “Mira Pancha, en este país somo mile los que vivimo así. Sin lu, ni agua, ni buen combo. A lo mucho pescao en la mañana, pescao en la tarde y pescao en la noche.” Francisca no decía nada ya que una lagartija que se paseaba por la sala la había sorprendido y pensaba cazarla. La noche plena ya se introdujo en la sala anunciando la necesidad de encender las luces para poder verse. Mariana grito: “Julitoooooooo ven a encende la lámpara.” Julito un mocoso de unos diez años de edad y mas negro que su madre entro como un rayo a la casa y en un santiamén encendió las lámparas; una para la sala, otra para la cocina y comedor y otra para el dormitorio donde roncaba don Jaime el dueño de la casa. Pancha miró al niño y luego se persigno diciendo: “Ay comadrita ya no iba a ser solo pescao lo que ibamo a comer en este ultima orilla de este mundo.” Mariana dejó de abanicarse y acercándose a su comadre le preguntó: “¿Que dice uté comadrita? Francisca levantándose lentamente de la hamaca concluyo: “Que si uté no pega ese grito de julito y esa vaina, de seguro que comiamo lagartija hoy.”

Escrito por

Jose Ñique

Abogado, escritor de cuentos cortos y soñador...


Publicado en