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Otra vez sobre el populismo de moda en el Peru

Critica a Laclau y sus tesis

Publicado: 2016-10-26


LA DECONSTRUCCION DE LAS CLASES SOCIALES EN EL NEOPOPULISTA POSTMARXISTA LACLAU

(Los posmarxista en realidad deberían llamarse no marxistas)

Algunos “teóricos” del populismo seguidores de Laclau, nos indican que deberíamos profundizar en este teórico. Es importante hacerlo ahora que lo ponen de moda, pero antes, como marxista, recomendaríamos leer a Marx y a Lenin a estos “teóricos”. Algunos han deconstruido a Marx y se han pasado a la moda de Laclau. Y lo hacen de la peor manera. Mal. Ya en los tiempos de los clásicos se debatía sobre estos conceptos. En Mariátegui también hay aportes al respecto, Lo esencial es el tema del estado; clases e imperialismo.

Pero vayamos al meollo de la cuestión. Aquí está a rosa, baila aquí, como decía Carlos Marx.

En el prólogo del libro Hegemonía y estrategia socialista, que escribió conjuntamente con Chantal Moufe; Laclau el neo populista, dice lo siguiente:

“Nuestro discurso está ligado, en primer término, a la llamada “crisis del marxismo”. Hemos subrayado el hecho de que esta crisis, lejos de ser un fenómeno reciente, hunde sus raíces de problemas a los que se enfrenta el marxismo desde los tiempos de la Segunda Internacional”

Y entonces teoriza, con repetidos lugares comunes, sobre “sujeto”, “lenguaje” y “discurso”, todos estos conceptos ligados al mundo de la infraestructura o de la filosofía existencial, al idealismo. Pretendiendo superar o desarrollar el marxismo se interna en el más puro idealismo absoluto y divaga en conceptos puramente abstractos. Luego, en su alter ego, sube a rangos filosóficos idealistas en la crítica al marxismo o a lo que llaman las categorías del marxismo clásico, señalando que el concepto de hegemonía, que presta a Gramsci, no está ligada a ninguna “ley necesaria de la historia” y por ende, la propuesta del teórico marxista italiano, que con su propuesta de la hegemonía desarrolla a Marx en el aspecto de la lucha por el poder, se queda corto para Laclau, ya que el italiano teoriza siempre en una clase social fundamental. Es decir la clase obrera. Esto no lo pueden tolerar Laclau y compañía.

Deconstruir las clases, he ahí el “trabajo teórico” de este populista.

Dice más adelante:

“Sin embargo, las realidades de las sociedades avanzadas (o postindustriales) nos obliga a ir mas allá de Gramsci y a deconstruir la de noción misma de “clase social , porque la noción tradicional de “clase” presuponía la unidad de las posiciones de sujeto de los diversos agentes; mientras que en las condiciones de capitalismo tardío, esa unidad es siempre precaria y está sometida a un constante proceso de rearticulación hegemónica”

Este pasaje es por demás característico. Evidencia con toda nitidez, en primer lugar, en qué consiste la esencia del populismo moderno, no es necesario partir en el análisis de las clases sociales, o mejor dicho de la clase fundamental, como lo señalaba Gramsci, que para Laclau “supera” a Marx, sino hay que ir mas allá. Deconstruir? La noción de clase social porque este concepto no sirve para el análisis en la etapa actual del capitalismo moderno. Y habla de puro galimatías como la de “posiciones” del “sujeto” de los diversos “agentes”, sin señalar quienes son estos. En primer lugar esta construcción de un nuevo sujeto social, que ya no son las clases como lo reitera el marxismo, es la evidencia de la crítica del capital por el pequeño propietario, el pequeño burgués; contra el capitalismo, contra el gran capital, al mismo tiempo que señala, el carácter soñador, ilusionista de esa protesta, su espíritu volador, soñador.

El marxismo señala que la sociedad capitalista está dividida en clases sociales. Los sujetos o individuos, por su presencia en el aparato productor del capital como sistema, pertenecen a tal o cual clase. Y esto no es ortodoxia como pretenden los neo populistas criollos, que deberían leer a Marx antes que a su icono Laclau. En la época del imperialismo que Laclau llama capitalismo tardío, estas clases, si bien evidencias cambios y movimientos, siguen estando presentes en la estructura de clase del capital. Después de la segunda guerra mundial ha habido un avance espectacular del capitalismo y el capital financiero ha acumulado ingentes ganancias nunca antes vistas en la humanidad, y las clases sociales, tanto en el centro como en la periferia se han mantenido como tal, insistimos con movimientos y cambios evidentes. Pero no se han deconstruido ni mucho menos, como sueña el populismo. Eso por un lado.

La propuesta del neopopulismo plantea además la “radicalización de la democracia” tomando como sujeto histórico al pueblo. ¿De Cuál pueblo hablamos? Aquí el populismo plantea, a dicho por lo anterior, de que no habiendo clases porque estas se han deconstruido, es la entidad o sujeto histórico pueblo, quien reivindica las “demandas” a la clase hegemónica. Entonces tenemos dos sujetos en confrontación: El Pueblo y el grupo hegemónico dominante. La parte económica aquí no sirve. Es decir no hay clases dominantes ni medios de producción de las que son dueños estos. Eso se diluye en la noción bloque dominante hegemónico. Lo que hay que hacer es plantear demandas a este bloque. Quien lo hace, el pueblo, los desposeídos “los descamisados”. Tampoco hay una clase dominada, que reivindica demandas históricas y que no solo radicaliza la democracia, sino que aspira un nuevo poder.

Para el marxismo está claro que las propuestas hoy tienen que ver con estar viviendo la época del imperialismo como lo señalo Lenin. Y en esta época de avance brutal de la concentración del capital financiero, es vital señalar la vigencia de la propuesta teórica del marxismo y de la lucha contra el neoliberalismo y las corrientes pequeñoburguesas al interior del movimiento revolucionario como lo es este galimatías del populismo.

La propuesta en el país del nuevo curso, nueva república y nueva constitución parten del supuesto teórico de la lucha de clases y de la existencia del Estado burgués. Y esta es ladisputa con los neopopulistas en el país. Espero que con este pequeño aporte, aquellos que fungen de nuevos seguidores de Laclau y compañía, primero lean a Marx y a los teopricos delMarxismo leninismo antes de etsas supercherrias. Y claro también al marxista argentino, el politólogo Atilio Boron.

A manera de introducción: como refutaban el materialismo ciertos “marxistas” en 1908 y como lo refutaban ciertos idealistas en 1710.

Los empiriocriticistas (llámese también machistas) niegan el materialismo, aduciendo que el materialismo es metafísico, que los materialistas caen en “misticismo”, que se toma como base lo desconocido (la materia), que predican el dualismo ya que aceptan la existencia del fenómeno y la “cosa en sí”, etc. Ahora, hay que comprender que estos argumentos contra el materialismo no son nuevos, sino que ya lo podemos encontrar en las obras de Berkeley, y principalmente en su obra “Tratado de los principios del conocimiento humano”. ¿Qué es lo que postula Berkeley? Berkeley nos dice que nosotros nos formamos una idea de un objeto particularizando las sensaciones que produce. Berkeley dice: “Así, por ejemplo, un determinado color, sabor, olor, forma y consistencia observados en conjunto (…), son tenidos por una cosa distinta, que es designada con el nombre de manzana; otros conjuntos de ideas constituyen una piedra, un árbol, un libro y demás cosas sensibles…”. Entonces tenemos que para Berkeley las cosas son “conjunto de ideas”, es decir conjunto de sensaciones. Ahora, Berkeley postula que aparte de estos “conjunto de sensaciones” existe algo que los percibe, que según él es la “mente, el espíritu, el alma o el yo”, de ahí Berkeley concluye que las ideas (conjunto de sensaciones) no pueden existir fuera de la mente que las percibe, de ahí su famosa conclusión: “Existir significa ser percibido”, o como dice Lenin parafraseando a Berkeley: “El ser de las cosas esta en su percepción”.

Lenin resalta que Berkeley haya expuesto que en filosofía vemos la lucha entre materialismo e idealismo, claro que Berkeley hace apología del idealismo y rechaza al materialismo. Berkeley en su critica al materialismo dice: “…el objeto y la sensación son la misma cosa (…), no pueden ser abstraídos el uno del otro” (reafirmado por el positivismo de Comte y los neopositivistas), “Pero ustedes dirán que las ideas pueden ser copias o reflejos (…) de las cosas que existen fuera de la mente en una sustancia no pensante. Yo respondo que una idea no puede parecerse más que a una idea…”. Por lo que para Berkeley la idea de la existencia de la materia es un absurdo, una contradicción. Lenin sintetiza todo esto y dice: Materialismo es reconocer la existencia de los “objetos en sí” o fuera de la mente; las ideas y las sensaciones son copias o reflejos de estos objetos. La doctrina opuesta (el idealismo) afirma que los objetos no existen fuera de la mente, lo objetos son “conjunto de sensaciones”. Lenin dice que toda esta filosofía idealista de Berkeley es la misma que de la de los machistas, aunque ellos lo niegan, y por ello utilizan una terminología confusa para ocultar su idealismo. Lenin plantea que Berkeley y los idealistas toman las “combinaciones de sensaciones” suscitadas en nuestra mente como un producto de la divinidad.

En cuanto a la relación de causa y efecto Berkeley postula: “La conexión de las ideas (sensaciones) no implica la relación de causa y efecto, sino solamente la relación de la marca y signo con la cosa designada de uno u otro modo”. Lenin dice:”tenemos delante dos direcciones filosóficas en la cuestión de la causalidad. Una pretende explicar las cosas por causas corpóreas…La otra reduce el concepto de causa al de que sirve para nuestra información (proporcionada por Dios)”. Lenin dice entonces que el idealismo subjetivo de Berkeley llega a través de la acción de la divinidad al idealismo objetivo. El discípulo de Berkeley, Fraser, dice: “La percepción simultanea de las mismas…ideas sensibles por distintas personas, a diferencia de la puramente individual personal de las sensaciones e imaginaciones, es tenida aquí por prueba de la realidad de las primeras ideas”. Ya Berkeley en su obra “Tres diálogos entre Hylos y Filonox” dice que existen fuerzas exteriores a nosotros y que actúan sobre nosotros, y a esa fuerza la denomina “espíritu”. Como vemos todo el sistema de Berkeley sirva para probar la existencia de Dios y la “inconsistencia del materialismo”.

Lenin rescató el pensamiento revolucionario de Marx y Engels en una época en que predominaba, al interior del movimiento socialista internacional, la perspectiva reformista de Bernstein y otros revisionistas del marxismo, quienes criticaban la característica “partidaria y tendenciosa” de los fundadores del materialismo histórico y buscaban transformar el socialismo científico en una ciencia imparcial y neutra al querer comprobar que la evolución humana, sometida a “leyes establecidas y confirmadas por la ciencia social positiva”, llevarían invariablemente al socialismo, fase natural y espontánea, y por tanto inevitable, del desenvolvimiento social [i].

En la II Internacional se hacía una lectura positivista de Marx y Engels, en verdad una domesticación política de sus ideas, para que toda la teoría de la lucha de clases y de la necesidad de la revolución para superar el capitalismo fuese olvidada. Las tesis de Bernstein contaminaban los círculos socialistas con el análisis de que el avance del capitalismo, en el paso del siglo XIX al XX, traía como característica la capacidad del sistema para resistir las crisis periódicas, el crecimiento de las capas medias (en contraposición a la tendencia de pauperización de la sociedad, como apuntaba Marx) y las transformaciones políticas en el sentido de la democratización con la conquista del sufragio universal.

Tales cambios desmentirán las tesis clásicas de lucha por el poder centradas en la insurrección y en la revolución violenta. Según estas la transición al socialismo vendría del propio desarrollo económico y social capitalista, con sus reflejos en la ampliación de los espacios políticos (elecciones y parlamentos), desde que los socialistas supiesen utilizar de forma inteligente estos espacios.


Escrito por

Jose Ñique

Abogado, escritor de cuentos cortos y soñador...


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